Estive, há cerca de dez anos, numa exposição sobre tortura na Biblioteca Municipal de Lisboa. A violência da mostra prendia-se com a autenticidade dos instrumentos expostos. Tacteá-los foi uma das experiências mais comoventes por que passei.
Uma das peças era demasiado simples, escondia algo. Com dois toros de madeira fizera-se uma anilha onde se prendiam os pés. A peça era lastrada com uma pesada pedra para que o preso não se conseguisse mover. A cabra faria o resto.
Quizá uno de los más originales y perversos de todos los métodos empleados de tortura sea el de la cabra. Consistía en bañar los pies del reo (que se encontraba atado) en agua salada. Acto seguido, se le acercaba una cabra a los pies. El animal comenzaba su lenta tarea de pasar su rugosa y áspera lengua lamiendo la planta de los pies del reo y, sin detenerse, seguía repitiendo este acto hasta que desollaba la piel, la carne y llegaba hasta el hueso. Esto aseguraba dolor no solamente en el momento de la tortura, sino que cuando el reo era llevado a su celda, no recibía ningún tipo de atención sanitaria. Por lo que no era raro que estas heridas se infectaran, y en muchos casos provocaran la muerte.
(in angel fire)
Da história ficou o jogo, o da cabra cega.
Aqui, a cabra era outra!
Só o homem faria mal a outro homem ... (in post Insustentável Leveza)
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